La defensa personal se ocupa de impedir o repeler un ataque hacia nuestra persona. Son técnicas que se remontan hasta los orígenes de la humanidad y responden a instintos básicos.

Hay distintos tipos de defensa personal, o también llamada seguridad personal. ¿Es un aspecto que encaja contigo? ¿Te interesa formarte en defensa y seguridad personal? Matricúlate en nuestro Máster en Seguridad Privada y Protección de Personas y conviértete en un profesional del sector.

Defensa personal: claves

La defensa física siempre es el último recurso, pero en ocasiones es fundamental llevar a cabo las técnicas de la defensa personal frente a agresores. Por supuesto, el mejor recurso siempre es evitar el conflicto, pero la legislación contempla como legítima la defensa personal.

Una de las claves de la defensa persona es el factor sorpresa. Si no se le da al agresor el tiempo de contraatacar, se obtiene una ventaja clave para poder huir o buscar refuerzos.

De hecho, cuanto mayor sea la distancia con nuestro objetivo, mayor será la oportunidad de salir sanos y salvos de la situación. Hay situaciones en las que es muy difícil escaparse, motivo por el cual debemos evitar que se complique la situación desde el comienzo.

¿Cómo gestionamos el miedo?

Es inevitable que surja el miedo cuando nos enfrentamos a situación de riesgo. Ante un ataque, aprender a reaccionar ante el miedo marca la diferencia entre vivir o no. Hay cuatro pasos que debemos seguir para poder reaccionar cuando todo apunta a que somos incapaces:

El miedo es inevitable

El primer paso fundamental que debemos tener en cuenta es que no podemos evitar el miedo. Se trata de una reacción primaria de nuestro cuerpo para responder ante las amenazas, y es inevitable que aparezca.

Podemos vencer

Una de las principales estrategias de los agresores es convencer a las víctimas de que no pueden escapar de ellos. Eso no es así. Cuando se sufra un ataque, y cuando sintamos miedo, debemos convencernos de lo contrario: podemos vencer. El agresor solo busca provocar miedo para evitar que huyamos.

No divagues

Mantén tu mente ocupada y no permitas que divague. Si lo haces, vendrán a ella pensamientos catastróficos y que aumentarán tu sensación de miedo. Es por eso por lo que conviene mantener nuestra cabeza ocupada en analizar a nuestro agresor, detectar sus puntos débiles y centrarnos también en nuestras propias fortalezas para hacerles frente.

Sobrevive

Finalmente, piensa en aquello por lo que merece la pena vivir. Céntrate en cuál es tu motivación para seguir adelante y persíguela con fuerza. Cuando contamos con la motivación suficiente podemos ser capaces de reunir mucha más fuerza que cuando no tenemos ninguna.

Hay una gran cantidad de técnicas que podemos emplear para defendernos de un ataque. Cada una de ellas es completamente diferente, y hay técnicas que están específicamente pensadas para una tipología concreta de víctima.

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